¡ Perdón, perdí la idea ! Parte I

lunes, 5 de marzo de 2012















La necesidad de orientación ha sido vital en la mayoría de las especies del reino animal, que ven su fortaleza en el número de sus integrantes, ejemplo de esto están los lobos, elefantes, hormigas, etc. Los seres humanos, sin embargo, compartimos esta misma similitud con estas especies, pues la necesidad de vivir en comunidad es vital para nuestra propia supervivencia.

Con esta necesidad nace este fenómeno de la orientación o guía entre los humanos, que desde las primeras civilizaciones han recurrido a distintos tipos de creencias y liderazgos de aquellos individuos que se consideren tener facultades de lucha o divinas, superiores a los que están sujetos a el y que se espera que los guiará a un bienestar común para todos. De esta forma surgen, dioses, reyes, sacerdotes, chamanes, guías espirituales etc. ¿Pero porque estas figuras y creencias son tan necesarias?, el hombre requiere y siente la necesidad de ser orientado, para así limitarse el riesgo de tomar decisiones y tener que enfrentarse a las consecuencias de las mismas, necesita algo que le diga como debe vivir, sin presiones a equivocarse, y en su anhelo de seguridad aman su propia dependencia a aquello que guía su conducta, de esta forma le entregan a un ente superior el criterio de su propia integridad física, como emocional.

Ante esta situación, luchar contra el marco de dependencia, seria para los creyente una perdida con respecto al ídolo y a su vez de su propia identidad, ello lo sometería a la angustia de sentirse enteramente aislado, y de esta forma, al borde de la locura, el individuo preferiría la muerte antes de exponerse a este riesgo. Esto conlleva inexorablemente a una perdida colectiva del juicio crítico, generando incluso un fanatismo desbocado, sobre todo, en las sociedades donde la necesidad de creer es mucho mas fuerte.

Con el apogeo de las diferentes corrientes ideológicas que predominaron, sobre todo los dos últimos siglos, muchas de estas vinieron a suplantar aquella imagen de los Dioses ya gastados por las diferentes religiones, que solo han quedados como simples entelequias románticas de una edad dorada de las religiones. De hecho, muchas de las ideologías políticas han usado el carácter religioso, para plantear muchos de sus principios e instalarse de forma placentera en la psique de las personas, y llevan su tiranía del pensamiento a su máxima expresión, porque al pretender ser la respuesta a toda problemática, se vuelven omnisciente y omnipotentes, tal cual Dios.


Pero las Ideologías, sobretodo las políticas, a pesar de ser una ciencia, solo hace es reconstruir la realidad arbitrariamente a partir del elemento que ellas mismas han disociado, y que no significa que carezca de lógica en su planteamiento, pero desde un punto de vista pragmático, elude la realidad existente que la rodea. Por eso no es de extrañar que al buscar definir la palabra “ideólogo”, que es la persona que genera o estudia una ideología, nos encontremos, además, que son personas que se desentienden de la realidad (ver), y en peor medida cuando la ideología entra en conflicto con la realidad existente, es cuando se califica a la misma realidad de “negativa” y allí es cuando la mente se abstrae totalmente de lo real, y abraza la utopía. Esta fuerza que tiene las ideologías, de sumir al individuo al servicio de la idea sin realidad, es lo que el pedagogo brasileño Paulo Freire advierte:
el discurso ideológico amenaza anestesiar nuestra mente, confundir la curiosidad, distorsionar la percepción de los hechos, de las cosas, de los acontecimientos."

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