Es común en Venezuela encontrar desde hace varios años, un gran números de jóvenes profesionales egresados de las diferentes instituciones de educación superior del país, estar en situación de desempleo o ejerciendo otras actividades diferentes a la carrera para la que estudiaron, muchas de ellas, desmoralizadoras del espíritu de quienes con ilusión salieron de las universidades con ansias de ejercer su carrera.
Pero este fenómeno, no solo obedece a una estrategia gubernamental del empleo, sino también a la forma como se ha planteado el sistema educacional en Venezuela, desde hace ya mas de un siglo, que logro establecer desde nuestra primera constitución de 1811 ese derecho inalienable que tiene cada individuo a la educación, llevando el conocimiento a todos los rincones del país, sin distinción alguna y se ha mantenido ese principio hasta nuestros días. Sin embargo, en nuestra sociedad moderna, ya no solo el logro de la masificación de la educación basta, es hora de una reformulación de la calidad de esa educación y del sistema de orientación para escogencia de estudios superiores.
Con el correr de las décadas, la masificación de la educación, -que beneficia a todos los venezolanos y debe continuar siendo nuestro deber defender- ha venido desvirtuándose, gracias en gran medida a los procesos de industrialización que comenzaron en el país a comienzos del siglo pasado, trayendo consigo nuevos desafíos, que por falta de corrección se han vuelto desviaciones.
Erich Fromm define esta situación como: “el principio de aceleración continua”, que sin limite, rige no solo a la producción industrial, sino que también se ha visto reflejada en los sistemas educativos, que dicta que cuanto mas estudiantes se gradúen mejor. Pero poco se plantea en este acrecentamiento de la cantidad, el factor cualitativo. De hecho, afirma que el predominio de este principio de “cuanto más, mejor”, sin control alguno, conduce a un desequilibrio del total del sistema, que es lo que presenciamos al ver desbalances sobre todo en ciertas carreras.
El problema de una educación basada en el crecimiento acelerado y sin control, genera que la calidad de los estudiantes sea cada vez mas precaria, estandarizadas, cada vez mas se estimula a los estudiantes que solo adquieran conocimientos a corto plazo, muchas veces anticuados, para aprobar una materia, y no como un conocimiento permanentemente. A los profesores y maestros se les exige ser cada vez más mecanizados, más burocratizados, con el solo deber de aprobar estudiantes sin importar su verdadero nivel. Y el sistema por su parte exige cada vez más y mas egresados, para ello, reducen tiempos de estudios, combinan materias, acelera el tiempo de los estudiantes en las casas de estudios, y demás artilugios, para dar la ilusión de un pueblo bien educado. Una educación express jamás podrá ser de calidad, hoy en día se educa para ser un número, no para ser un profesional y por ende un ser deshumanizado.
Otra desviación la encontramos en la elección de las carreras a estudiar, ya que los individuos en su libre albedrío, muchas veces influenciado por el entorno, realizan elecciones de estudio diferentes a sus aptitudes y capacidades. Esta situación ya se ha presentado en nuestro país en más de una ocasión.
Es dispendioso y simplemente improductivo, seguir un sistema inorgánico de estudios en el que cada ciudadano, por puro capricho o por insinuación de los familiares, curse estudios de Derecho, cuando tiene aptitudes para médico, porque así tendremos un mal abogado y perderemos un buen médico… Tampoco puede decirse que así se atenta contra los valores individuales, contra los derechos de la personalidad humana, sino que por el contrario, se vigilan, se toman en cuenta esos valores para colocarlos en el lugar de sus merecimientos. 2
Explica, que muchas de estas malas decisiones tenían repercusiones psicológicas en el individuo, que enfrentado a una profesión sin horizonte, pues se carece de las habilidades vocacionales necesarias, agotaba el espíritu del individuo, sin proporcionar una eficiencia adecuada en la tarea.
Ante este panorama, de un sistema educativo, mas parecido a una granja industrializada de cría de pollos, debemos enfrentar el hecho una nueva reestructuración del sistema de educación venezolano, que además de continuar con los principios que la han democratizado hasta ahora, se aborde seriamente en la calidad de los estudios adquiridos, y como proponía el maestro Prieto Figueroa, disponer de un sistema integral de orientación que le permita a los jóvenes después de un sondeo de sus capacidades, el sector laboral donde pueden rendir más y donde encontrarán ocupación segura. Ello implica también ligar los procesos de formación profesional, tanto de nivel universitario como de cualquier otro nivel, con los planes de desarrollo, en los cuales debe señalarse la contribución de las instituciones encargadas de formar ese personal.
En esta visión de una educación en función del ser humano, y orientada al crecimiento individual, de acuerdo a las aptitudes y en función de lo social, se debe crear marcos de orientación desde los niveles básicos de la educación, e ir amplificándolos a medida que se avanza en los años escolares. Esto seria entonces, que un niño/niña con habilidades para los números, se le oriente con materias y actividades para reforzar esa habilidad, y que lo ayude a no solo hacer una elección de carrera acorde a esa habilidad, sino que tenga cabida en el plan de desarrollo social y económico de la nación. De igual maneras aquellos niños/niñas que tengan vocación para los deportes o las artes, incentivar esas habilidades desde la infancia. Solo así se podrá garantizar el bienestar profesional de las personas y el pueblo.
Erich Fromm, La revolución de la esperanza, México D.F., Fondo de cultura económica, 1970, p. 45
Luis Beltrán Prieto Figueroa, El Estado Docente, Caracas, Venezuela, Fundación Biblioteca Ayacucho. 2006. (edición original 1946), p. 19, 56-57
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